Temía estar solo hasta que aprendí a disfrutar de mi propia compañía.
Temía fracasar y me di cuenta que es la mejor oportunidad para aprender.
Temía a lo que opinaran los demás y reconocí que lo importante es mi opinión acerca de mí mismo.
Temía la ingratitud y encontré que el dar era mi regalo.
Temía que me rechazaran y reconocí que la mayoría de los rechazos están en mi propia exageración.
Temía al dolor hasta que aprendí que yo podía retenerlo o soltarlo.
Temía a la verdad y descubrí en ella la oportunidad de liberarme.
Temía a la muerte hasta que aprendí a vivir con plenitud cada instante.
Temía al resentimiento hasta que me di cuenta que es a mí a quien hace daño.
Temía el ridículo hasta que aprendí a reírme de mí mismo.
Temí a envejecer hasta que encontré que cada estación tiene su encanto.
Temía al pasado hasta que reconocí que todo fue perfecto.
Temía al cambio hasta que encontré que en él estaban mis tesoros del futuro.
Compañe@, reconoce que el temor, siempre estará para recordarte que tú sabes ser más grande que tus sombras, como muchas, muchas veces lo has sido.
4 comentarios:
Solo hay que temerle a una sola cosa : la ira de Dios, y el mismo te brinda paz, alegrias y muchisimas cosas mas.
besitos
Así es Soa, el temor al Señor es el pricipio de la sabiduría, dice la palabra.
Que palabras tan poderosas, me llegaron y me confortaron de una manera muy especial. Te cuidas Amigito.
Gracias por compartir esa sabidur�a.
Un abrazo Kbame :p
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